Tal vez, desde tiempo atrás, se haya pensado que la aguja
de la catedral de Notre-Dame de París era la original, o que quizá nunca tuvo una
hasta que Viollet-Le-Duc construyó, en el siglo XIX, la que el pasado 15 de
abril de 2019 se derrumbó a causa del incendio que sufrió el edificio. Más que
una reconstrucción, este arquitecto creó una nueva construcción inspirada en la aguja de la
catedral de Orleans. En 1860, Viollet-Le-Duc encargó al carpintero Bellu, quien
diseñó la aguja de Orleans, que trabajara en Notre-Dame de París. La tomó como
modelo, siendo esta un diseño muy alejado de la aguja del siglo XIII, pues ni
se hizo en madera ni llevaba campanas. Este arquitecto del siglo XIX, buscaba
en las restauraciones que llevaba a cabo “mejorar
el estado original del edificio más que recuperarlo”
La catedral de Notre-Dame de P arís sin aguja. 1827. Collection de dessins sur Paris, par Destailleur. Tome V. BnF, Estampes et photograpie, RESERVE VE-53G-FOL, Destailleur Paris, t. 5, 980
La primera aguja de Notre-Dame de París se levantó entre los años 1220-1230;
un campanario de madera, con cinco campanas, que se mantuvo en pie hasta finales del
siglo XVIII. Entre los años 1786 y 1792 tuvo que ser retirada por motivos de
seguridad. El viento fue su peor enemigo que a lo largo de los siglos fue deformando
la estructura y, ante el riesgo de derrumbe, se decidió desmontarla. Desde
entonces Notre-Dame permaneció sin aguja hasta que se llevó a cabo la
restauración de la catedral en el siglo XIX, por Le-Duc.
Eugène Viollet-le-Duc (1814-1879) fue uno de los arquitectos
más conocidos de París en el siglo XIX. Era conocido por sus restauraciones
interpretativas de edificios medievales, religiosos y en palacios. Rechazó
ingresar en la escuela de Bellas Artes, para formarse recorriendo países como Italia
y el suyo propio, Francia, con un bloc de notas en la mano. En los años 30 del
siglo XIX, surgió en París el interés por la restauración del patrimonio
medieval y Le-Duc fue elegido para llevar a cabo tales trabajos, entre los que
estaban la catedral de Notre-Dame.
En los trabajos de restauración de la catedral que llevó
a cabo Viollet-le-Duc, entre 1843 y 1864, decidió construir una segunda aguja.
Esta iría independiente de la estructura de madera del techo de la catedral (le
fôret) y elevada sobre una base octogonal apoyada en los cuatro pilares del
transepto. Se construyó con 500 toneladas de roble y se recubrió con 250 toneladas
de plomo, en total 750 toneladas de peso. Tenía una altura de 93 metros desde
el suelo. A los pies de la flecha, Le-Duc colocó las imágenes de los doce
apóstoles, con los símbolos de los cuatro evangelistas. Todos dan la espalda a
la aguja y contemplan la ciudad, menos uno que lleva la mirada hacia la aguja. Se
trata de Santo Tomás con el rostro de Viollet-Le-Duc. El arquitecto se
representa así mismo en la figura del santo para darse perpetuidad mientras
contempla su obra. Viste una toga de la época y en la mano derecha lleva una
regla con una inscripción latina: « Eugène
Emmanuel Viollet-le-Duc ha construido esta flecha». Por fortuna las esculturas habían
sido retiradas días antes con motivo de la restauración que se estaba llevando
a cabo y se salvaron del incendio.
Escultura de los doce apóstoles en los pies de
la aguja. Uno de ellos se ha ausentado
Jean-Michel Leniaud, historiador francés reconocido
por sus trabajos en historia del patrimonio, historia de la arquitectura y
especializado en los siglos XIX y XX, dice acerca de la aguja: «Esta flecha es una obra maestra. La
manera en que están dispuestos los apóstoles, de forma escalonada, estimula el
efecto ascensional. Esto da un efecto a Notre-Dame de pirámide en movimiento»
Un gallo espiritual
El gallo que corona la aguja,
no es una veleta como las demás, es una "veleta espiritual". En 1935, Monseñor
Verdier, entonces arzobispo de París, dispuso que en lo más alto de la iglesia
se debiera adecuar un espacio simbólico para proteger a la comunidad de rayos y
otros posibles daños. Desde entonces la veleta era un gallo que contenía una
reliquia de Saint Denis, una de Santa Genoveva y un fragmento de la Santa
Corona de Espinas. Tras el incendio sufrido el pasado mes de abril, se podría decir
que dichas reliquias no pudieron salvar la flecha de Viollet Le-Duc, pero tal
vez, de no haber estado estas en la cima, nos podríamos preguntar qué habría sido
de la catedral. Quien sí salió ileso fue el gallo que coronaba la veleta de la
aguja; fue encontrado por un trabajador de la empresa de restauración de la
catedral.
En este enlace se puede leer la
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https://www.20minutos.es/noticia/3617718/0/recuperado-gallo-flecha-incendio-notre-dame/
Estado
actual de Notre-Dame de París
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