Tiempo es
lo que me ha faltado durante los años que he vivido en París. Tres años dan para ver
muchos lugares, pero otros quedaron sin descubrir. Los pasajes o galerías, cubiertos
o al raso, son una atracción más que ver en esta ciudad y que tuve ocasión de
visitar. Tal vez suenen más las Galerías Vivienne, la Galería Colbert,
por citar algunas, pero la galería Véro-Dodat también merece la pena ser
visitada. Es un pasaje cubierto que se
encuentra en el distrito I y conecta la Rue de
Jean-Jacques Rousseau con la Rue de Bouloi, no muy lejos del museo del
Louvre, cinco minutos si nos encontramos en rue de Rivoli a la altura del
pasaje Richelieu.
Entrada a la galería por la rue de
Bouloi. Sobre
la puerta de entrada, en el balcón y dentro de sus respectivos nichos, están
las esculturas de Hermes y Sátiro en reposo. Hermes, se representa con su casco
alado y el
caduceo en su forma clásica: una vara rodeada de dos serpientes enroscadas y
ascendentes coronada con un par de alas. En el caso de Sátiro en reposo, representa
a un sátiro joven, identificable por sus orejas apuntadas y por la piel de pantera
que lleva cruzando el torso
La galería
Véro-Dodat se abrió al público en 1826 y ocupa el lugar donde antes estuvo
emplazado el hôtel Quatremer. Fue un palacete con una trágica historia de
envenenamientos en torno a su primer dueño, Antoine de Dreux d’Aubay allá por
el siglo XVII, y lleva el nombre de su último inquilino, el notario Quatremer
que ocupó este hôtel particulier a finales del siglo XVIII para dejarlo en herencia
a su hija en 1800.
Benoît
Véro, charcutero en la rue Montesquieu, compró varias parcelas contiguas cerca
de su tienda y el palacio en el año 1819. En 1823 se asoció con François
Dodat, también charcutero pero en la rue Faubourg Saint-Denis. De ahí que la
galería lleva el nombre de ambos. Juntos continuaron ampliando las
adquisiciones de terrenos y pusieron en marcha el proyecto de reconstrucción de
la zona, siendo uno de los edificios la referida galería. La galería
nació durante la Restauración (1814-1830) cuando las operaciones inmobiliarias
de especulación empezaron a florecer. El nombre del arquitecto que la creó es desconocido,
pero no el éxito de su construcción. El refinamiento en su decoración, una
modernidad para la época, la convirtieron en atractiva, pero en particular por
ser de los primeros pasajes en tener luz de gas. La galería se impuso como uno
de los lugares más bellos para pasear.
El éxito de
la galería Véro-Dodat surgió de inmediato. Estaba cerca del Palacio Real,
centro de la vida parisina de la época, y antes de la construcción de la rue
Colonel Diant en 1915, era el único atajo entre el palacio y el barrio de Les
Halles. Y su situación era la ideal, pues frente a la actual rue Jean-Jacques
Rousseau (antes rue de Grenelle-Saint-Honoré) se encontraba la empresa de
mensajería Laffitte et Gaillard. Era el punto de partida de los viajeros que
salían fuera de París, y mientras esperaban la diligencia paseaban por la
galería mirando las tiendas de moda. La animación comenzaba a las cinco de la
mañana, hora a la que las boutiques abrían sus puertas para que los viajeros, a
punto de salir de la ciudad, hicieran sus últimas compras.
Los
frentes de las tiendas de la galería, en gran parte acristalado, combinan
madera oscura con adornos de cobre y hierro fundido formando arcos de medio
punto con espejos, pinturas y columnas
Las farolas están distribuidas de forma
regular, una por escaparate. Fue uno de los primeros pasajes de París en ser
iluminado con luz de gas
El suelo, imitando a un tablero de
damas, es de mármol blanco y negro que da a la galería sensación de profundidad
Las pinturas en el techo también se
diseñaron para dar sensación de profundidad a la galería. Para tal efecto, unos
tramos son de baja altura, decorados con pinturas y el resto está acristalado a
dos aguas
En la segunda mitad del siglo XIX, cuando la red
ferroviaria en Francia empezó a resurgir tras los periodos de guerras, las
diligencias y los coches-correo fueron decayendo y dando paso al ferrocarril, y
después al automóvil. Esta revolución ocasionó el cierre de la empresa de
mensajería Laffitte, y la galería, a pesar de sus encantos, como todo lo que deja
de ser nuevo, empezó a caer en desuso hacia 1840. Otros pasajes cubiertos con
técnicas arquitecturales más punteras, mejor iluminados y más grandes,
ocasionaron el olvido de los visitantes hacia este lugar.
Ya entrado
el siglo XX, la galería Véro-Dodat estuvo muy cerca de ser demolida a causa del
abandono en el que estuvo sumergida. Sin embargo, el edificio se mantuvo gracias
a algunos anticuarios que vieron la ocasión de instalarse en este lugar, tan
singular, a finales de los años 70 del siglo XX. De ahí que en la actualidad,
cuando visitamos estas galerías o pasajes, encontramos sobre todo anticuarios y
librerías de la época.
En 1997 se
llevó a cabo una gran renovación y de nuevo sedujo, con su encanto nostálgico, a
firmas prestigiosas
Esta
escalera conduce a unos áticos que en otra época estuvieron habitados por gente
de cierto nivel económico en París.
Puerta de entrada a la galería por la
rue Jean-Jacques Rousseau
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