Música

"Imagínese esta ciudad universal, donde cada paso dado en un puente, en una plaza, nos hace recordar un gran pasado, y donde cada esquina, narra un fragmento de historia." (Goethe)

París, distrito V

Si hay un lugar antiguo en París, se encuentra en este distrito, que más o menos podemos identificar con el Barrio Latino. Aquí se construyó la primera villa romana, Lutecia, en el siglo I a. C. La rue Saint-Jacques, que atraviesa el distrito de norte a sur, era el Cardo Máximo, y a la altura de los números 172-174 estaba que entonces era el centro de la ciudad. El Foro quedaba en la actual rue Soufflot, que parte desde la Plaza del Panteón. Otro punto interesante son las Termas de Cluny, en el ángulo del bulevar de Saint-Michel con el bulevar Saint-Germain. Se pueden ver desde el exterior paseando por los alrededores del museo Cluny (Museo Nacional de la Edad Media), o desde dentro, como parte de la visita al museo.

Ayuntamiento del distrito V, en Plaza del Panteón.
Ayuntamiento del distrito V
Tanto a lo largo del día como por la noche, el distrito está muy animado, y mirando bien las cartas de los restaurantes que hay en sus calles estrechas encontraremos precios aceptables para comer. Hablo de calles estrechas porque en este distrito veremos un París diferente en muchos de sus recorridos, pues aunque el barón Haussmann en su proyecto urbanístico trazó el bulevar Saint-Michel de norte a sur, y el bulevar Saint-Germain de este a oeste, muchas de ellas siguen siendo del viejo París.

Rue de Bièvre. Lleva el nombre de un afluente del Sena que fue cubierto; la calle sigue el curso del río.
Rue de Bievre
Muy cerca del río, donde queda la iglesia de Saint-Julien le Pouvre, tuvo sus inicios la Universidad hasta que fue trasladada a La Sorbona, cuyo edificio histórico también nos lo encontraremos si remontamos la rue Saint-Jacques en dirección a la montaña de Sainte Geneviève.

En la imagen de abajo el final de la rue Galande que desemboca en la rue Saint-Jacques.  
Rue Galande
Es un distrito con sabor a librerías, en las que se pueden comprar libros de segunda mano, en algunas por apenas 20 céntimos de euro. En sus calles se huele la comida que se cocina en los restaurantes y el chocolate de las creperías, es un continuo ir y venir de turistas que buscan llevarse el mejor recuerdo inmortalizado en las fotos, y muchos parisinos que acuden a pasar un buen rato en alguna de sus terrazas.

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